Soneto III
Aspero amor, violeta coronada de espinas,
matorral entre tantas pasiones erizado,
lanza de los dolores, corola de la cólera,
¿por qué caminos y cómo te dirigiste a mi alma?
¿Por qué precipitaste tu fuego doloroso,
de pronto, entre las hojas frías de mi camino?
¿Quién te enseñó los pasos que hasta mí te llevaron?
¿Qué flor, qué piedra, qué humo mostraron mi morada?
Lo cierto es que tembló la noche pavorosa,
el alba llenó todas las copas con su vino
y el sol estableció su presencia celeste,
mientras que el cruel amor me cercaba sin tregua
hasta que lacerándome con espadas y espinas
abrió en mi corazón un camino quemante.
Soneto VII
"Vendrás conmigo" dije -sin que nadie supiera
dónde y cómo latía mi estado doloroso,
y para mí no había clavel ni barcarola,
nada sino una herida por el amor abierta.
Repetí: ven conmigo, como si me muriera,
y nadie vio en mi boca la luna que sangraba,
nadie vio aquella sangre que subía al silencio.
¡Oh amor ahora olvidemos la estrella con espinas!
Por eso cuando oí que tu voz repetía
"Vendrás conmigo" -fue como si desataras
dolor, amor, la furia del vino encarcelado
que desde su bodega sumergida subiera
y otra vez en mi boca sentí un sabor de llama,
de sangre y de claveles, de piedra y quemadura.
Soneto VIII
Si no fuera porque tus ojos tienen color de luna,
de día con arcilla, con trabajo, con fuego,
y aprisionada tienes la agilidad del aire,
si no fuera porque eres una semana de ámbar,
si no fuera porque eres el momento amarillo
en que el otoño sube por las enredaderas
y eres aún el pan que la luna fragante
elabora paseando su harina por el cielo,
¡oh, bienamada, yo no te amaría!
En tu abrazo yo abrazo lo que existe,
la arena, el tiempo, el árbol de la lluvia,
y todo vive para que yo viva:
sin ir tan lejos puedo verlo todo:
veo en tu vida todo lo viviente.
Ricardo Neftalí Reyes, mejor conocido universalmente como Pablo Neruda (1904-1973, Nóbel de Literatura en 1971) se ha constituido en uno de los máximos exponente de la poesía latinoamericana, de la poesía hispanohablante y de la poesía universal cuya temática gira sobre el eje del amor.
Si bien el dolor está presente en sus poemas, el amor aparece junto a este y acaba disipándolo, ocupando su lugar y quedando como único elemento imperante. Eterno enamorado, toma del amor su fortaleza, lo constituye en su fundamento y por eso se le hace fácil hablar con el lenguaje del amor. Un amor que trasciende y que ve en el interior de las personas, que alcanza el alma de su amada y se une a ella.
Solo el que siente el amor, sólo el que ama, solo el enamorado puede expresar ese sentimiento en lo que escribe. Neruda le escribe al amor y a la amada ideales, así como Petrarca le escribía a Laura, Santa Teresa al amado intangible, San Juan de la Cruz al amor místico y Salomón al amor perfecto en su Cantar de los Cantares.
Neruda vivió el amor en carne propia con tanta intensidad que lo hizo el eje fundamental de su poesía. Lo expresó con tanta convicción, que cualquiera que lee su obra reconoce en cada poema la huella indiscutible del amor. Es imposible pensar en Neruda y no llamarlo: El poeta del amor.
En su relación con Allende:
Neruda compartió con Salvador Allende la designación del Partido Comunista de Chile para la precandidatura presidencial, sin embargo, Neruda declinó esta nominación en favor de Allende como candidato único de la unidad Popular. Cuando Allende asumió el poder en 1970, lo designó como embajador en Francia. Un año después regresó a Chile tras renunciar a su cargo diplomático.
Su trabajo social y comprometido con la izquierda no ha sido difundido por razones simples pero terribles: El juego de la política exterior estadounidense y su oficina para Latinoamérica en el Departamento de Estado. Como embajador de Allende, Neruda denunció en Nueva York ante la plenaria de Naciones Unidas el bloqueo económico y político que mantenía los estados unidos contra Chile por negarse el gobierno chileno a concesionar la explotación minera del cobre a las empresas norteamericanas y continuar con su plan de nacionalización de la explotación del subsuelo chileno.
Era el tiempo de Nixon en la Casa Blanca y de Henry Kissinger como Secretario de Estado y su tan famosa línea dura contra todo lo que tuviera tintes comunistas o socialistas. Una vez asesinado Allende en 11 de septiembre de 1973 y muerto Neruda 12 días después, todo lo referente al trabajo social de Neruda fue eliminado de la historia chilena y de la historia latinoamericana dominada por la política gringa a través de los gobernantes impuestos en cada país con la bendición y el beneplácito del Tío Sam.
El gobierno de Pinochet no podía borrar de un plumazo la figura de Neruda, quien además de ser reconocido como el más grande de los poetas hispanohablantes por los más grandes escritores del hemisferio occidental, había sido reconocido con el Premio Nóbel de Literatura en 1971; el doctorado “Honoris Causa” por la Universidad de Oxford en Inglaterra en 1965; el “Premio Stalin para la Consolidación de la Paz entre los Pueblos” en 1953; el Premio Internacional de la Paz en 1950, junto a Pablo Picasso, Paul Robeson y otros. También había ganado muchos premios en Chile y había sido Senador de la República, reconocido y respetado por oponerse al dictador González Videla, quien había desatado la represión contra la clase obrera chilena.
Lo que sí podía el gobierno pinochetista era reformar la historia, con eso de que el vencedor escribe la historia oficial, y así lo hizo. Se parcializó la figura de Neruda, se le redujo a su faceta de poeta del amor, de premio Nóbel y de escritor famoso. Se borró de los libros su lado combativo y socialista. Se generó la mitificación del poeta y se le tipificó con un tipo tímido y pasivo, ratón de biblioteca y eterno reposante de los lugares silenciosos, para evitar que su imagen contestataria fuera replicada por el sector social que se sentía herido y traicionado tras el asalto militar al Palacio de la Moneda y que fue diezmado, mutilado, silenciado y desaparecido en las décadas siguientes.
Su aspecto socialista no fue difundido por conveniencia política de la gobernante oligarquía derechista y conservadora al servicio de Estados Unidos, y no lo es ahora por el acomodo de los intelectuales izquierdistas y el esfuerzo que significa el rescribir la historia.
Pensamientos de un tal Carlos, contestatario en desarrollo, iconoclasta en formación, y en proceso de adoptar el autismo social.
Quedarme callado no significa que no tenga nada que decir, sino dice mucho. Dice que no me interesa para nada lo que alguien más dice o que me estoy preparando para decir algo que nadie podrá rebatir. O a lo mejor sí, pero con mucho esfuerzo. ¿Quieres echarte un pulso mental conmigo?
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